Pausa activa

Si bien he sido de los que ha defendido a capa y espada la famosa frase de cajón “una imagen vale más que mil palabras” esta vez retomaré las letras e intentaré enlazar las miles de ideas e imágenes que flotan en mi cabeza y formar algún relato de lo que estoy viviendo en este momento, un cambio de revoluciones después de dedicarle más de 20 años a la industria audiovisual y publicitaria a las que les agradezco con el alma.

Y es que siempre he sido un convencido de que en la vida tiene que haber recompensas desde todos los ámbitos y una de ellas es la oportunidad de poder cambiar de ritmo de vida y todo gracias a la disciplina y enfoque de lo que quería ser mi vida ya de adulto. Fue ahí en ese preciso momento y empujado por los encierros de la cuarentena que me lancé al agua.

Después de hacer miles de cuentas y cálculos de las obligaciones de la vida adulta, como buen libriano, decidí no aplazar. Renuncié a mi trabajo y aquí estoy enfrentando las consecuencias de esa decisión. Yo le digo a la gente que me pregunta que cuál es el secreto y simplemente respondo que cada día trae su afán, que no es fácil pero que es muy satisfactorio contar con tu tiempo y libertad y que no tengo la fórmula exacta de cómo llegar a hacer lo que estoy viviendo, porque todo puede cambiar de repente, menos la convicción de una decisión tomada.

Ahora vivo en una casita en medio de las montañas del oriente antioqueño a tres horas de Medellín, rodeado de árboles imponentes llenos de distintos sonidos que con el correr del tiempo me han hecho diferenciarlos y reconocerlos todo gracias a esa curiosidad o vocación tardía de biólogo o algo así, también me rodean ríos y quebradas con unas piedras de formas caprichosas que te invitan a hacer la siesta en su tibieza mientras el agua te arrulla.

No tengo perros, pero siempre me verán caminando las montañas con alguno a mi lado, ya son casi 5 que van a visitarme (el pionero fue Sonrisa, quién después me llevó a su hermano Toni, luego siguieron Lucas, Pinocho y la Peluda) todos ellos se turnan y raramente coinciden en la casa, estoy convencido de que es un buen negocio tanto para ellos como para mí, pues yo los alimento y ellos me hacen compañía

Ahora las preocupaciones son a otro ritmo, ahora es ver como poco a poco empiezan a crecer nuevos árboles, muchos sembrados desde la semilla con los pocos conocimientos básicos de agricultura adquiridos en tutoriales o también por consejos de campesinos amigos que me dan una mano y con los cuales hay un constante intercambio de conocimientos, y que a fuerza de buena voluntad se empieza a formar de nuevo un bosque en lo que antes eran potreros. Y es ahí en donde empiezo a entender aquello de que la tierra tiene memoria, porque empiezan a surgir humedales y pequeños hilos de agua que terminan tributando al río principal que tanto cuidamos.

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Otra tarea es aprenderse los nombres de cada habitante de la cuenca, porque la verdad no deja uno de conocer en cada oportunidad a mas y mas gente y con ellos el nombre de su pareja, de sus hijos y sus mascotas, esa ha sido un reto mental y el mejor espacio para socializar y conocer mas gente es viajando en la escalera los sábados al pueblo, es el día de mercado y es la oportunidad perfecta para recopilar con la cámara del teléfono las mejores postales pueblerinas sabatinas.

Hola

Y ahí van pasando los días, nuevos tiempos porque ya no van enlazados con horarios de oficina ni contratos laborales, ya el tiempo es mío y desprenderse de ese reloj que ha marcado tu vida como empleado no es fácil. Es por eso que les recomiendo una pausa activa de vez en cuando y si es en el campo, mucho mejor.

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