Durante la pasada semana santa del año en curso, Honda, Tolima, se vio envuelta en una experiencia cultural sin igual gracias a la presencia de El Colegio del Cuerpo, una corporación artística con sede en Cartagena, reconocida por su labor de más de 25 años en la educación para la paz a través del arte. Su arribo no solo inyectó vitalidad al entorno urbano, sino que también dejó una huella profunda en sus habitantes y visitantes. Sus calles y el río Magdalena, fueron testigos de esta transformación marcada por la danza.
Bajo la dirección artística de Álvaro Restrepo y Marie France Delieuvin, en compañía de 14 destacados bailarines e integrantes del Grupo de Inserción Profesional, desataron un torbellino de creatividad, conocimiento y movimiento. Desde talleres de conciencia corporal hasta deslumbrantes performances, cada evento fue una invitación a sumergirse en el poder transformador del arte y la conexión humana.
Este viaje artístico incluyó diversas actividades en toda la ciudad. La Trilladora Gualí se convirtió en un espacio para talleres de conciencia corporal, mientras que el Museo del Río se llenó de conferencias inspiradoras.
Las calles se convirtieron en su escenario de la danza, desde el emblemático Puente Navarro hasta la histórica catedral del Alto del Rosario. Niños y adultos, locales y forasteros, se unieron para disfrutar de esta experiencia única de encuentro mágico con el movimiento.
En Morada Rosada, el Colegio del Cuerpo dejó una huella imborrable. La casa fue testigo de un performance único, donde el espacio fue intervenido con destreza y sensibilidad, combinando los movimientos de los bailarines con los objetos y el espacio. La amalgama de colores, texturas y baile convirtió el lugar en un escenario magistral, llenando el aire con una energía vibrante y contagiosa.
Otro momento mágico de esta experiencia y que marcó la clausura de actividades, tuvo lugar en el Teatro Unión, un lugar que ha sido bellamente restaurado para albergar diferentes expresiones artísticas. Allí, el Colegio del Cuerpo ofreció una explosión de baile y conexión, llevando al público en un viaje emocional a través de la danza, la música y la expresión corporal.
La visita del Colegio del Cuerpo no solo dejó una huella indeleble en los corazones de los habitantes de Honda, sino que también sirvió como un recordatorio poderoso del papel que el arte y la cultura desempeñan en la construcción de la paz y la conexión entre las personas. En un mundo lleno de divisiones, el baile y la expresión corporal se erigen como un puente que une a las comunidades y trasciende las fronteras. En este sentido, su visita fue mucho más que un simple evento artístico; fue un acto de amor, paz y reconciliación a través del arte.
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