Litoraleña y Chamamecera,
arte de tapa con Vale Anzuate

Valeria Anzuate, artista, gestora y docente, reside entre Colonia Yabebiry, Misiones y CABA (Argentina). Su destacada trayectoria en artes visuales y performance deja huellas en exposiciones colectivas a nivel nacional, Paraguay y Brasil. Comprometida con el quehacer artístico contemporáneo, imprime en su obra una reflexión profunda sobre la identidad y la memoria regional. 

Arte de tapa Litoraleña y Chamamecera

Valeria descubre en lo regional una fuente inagotable de influencias al fusionar tradiciones, historias y paisajes. Su investigación de fenómenos culturales locales no solo enriquece su producción artística, sino que también crea un espacio de interacción entre personas de diferentes edades, conectando experiencias del pasado con la comprensión contemporánea.

Junto al músico Alan Courtis dan vida a este fascinante proyecto “Arte de Tapa LITORALEÑA Y CHAMAMECERA”, una recopilación de las portadas o tapas de discos de vinilo en formato LP, destacando a artistas vinculados a la tradición musical del litoral argentino. Abarca las décadas de los 50s, 60s, 70s y 80s, hasta los primeros años de los 90s, época en la que cesó la producción de vinilos en el país por un largo periodo. Más allá de capturar la esencia de los referentes históricos, resalta los múltiples cruces estéticos con la comunicación y el diseño a lo largo de período.

La colección ha sido presentada en museos de provincias vinculadas al chamamé, incorporando valiosas contribuciones de otros coleccionistas locales y enriqueciendo la propuesta con discos de difícil acceso. Ha regalado momentos de alegría y nostalgia a quienes fueron protagonistas, compartiendo risas y recuerdos entrañables con sus familiares. En la culminación de este viaje, el proyecto se convertirá en un libro, con el diseño  de Julia Rossetti y el respaldo sólido del programa Gestionar Futuro, La Casa de Misiones y la Editorial Universitaria UNaM.

El chamamé como eje sonoro

El chamamé se erige como la principal influencia del litoral argentino, reflejando su diversidad cultural al incorporar elementos de musicalidad guaraní, afro, europea y rural, adaptándose de manera continua a los sonidos contemporáneos. A lo largo de su evolución, ha sabido preservar sus raíces mientras incorpora nuevos elementos, permitiendo que su esencia perdure y se renueve. Las variaciones en ritmo, instrumentación y letras no solo reflejan la idiosincrasia del litoral, sino también la interacción dinámica con los cambios sociales y tecnológicos.

En sus inicios, fue objeto de discriminación y estigmatización, especialmente por parte de los habitantes de las grandes ciudades, quienes menospreciaban a los campesinos y a la gente de las provincias que disfrutaban de esta música, catalogándolos como pertenecientes a una “baja sociedad”. Superar esta discriminación, enraizada en prejuicios sociales e ignorancia, llevó tiempo, pero hoy en día, tanto a nivel nacional como internacional, el chamamé es reconocido y valorado como una forma de expresión cultural potente y esencialmente novedosa.

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“Esta publicación sólo intenta mostrar y compartir al público en general un material que, por diferentes razones, ha sido poco documentado y que raramente se puede apreciar en conjunto. Y aunque haya sido hasta ahora de alguna manera olvidado, nos parece que indudablemente se trata de un tipo de producción cultural que tiene gran valor histórico y estético, por lo que ya es hora de revalorizar su legado.”
Fragmento del libro por Alan Courtis

Cupo femenino

Una de las primeras inquietudes al comenzar a organizar este archivo, fue la pregunta por la presencia de la mujer en la música litoraleña. Si bien en un principio se nos hizo difícil conseguir material, en el transcurso de la investigación comenzaron a aparecer un buen número de producciones con mujeres como protagonistas.

El proyecto brinda un espacio significativo tanto a cantantes reconocidas del folclore argentino, como Ramona Galarza, María Ofelia, Teresa Parodi y Las Hermanas Vera, como a figuras menos conocidas pero igualmente relevantes, tales como Las Guainas del Chamamé, Cuarteto Infarto, Palomita Base, Las Hermanitas Galarza, Ginette Acevedo, Evita Mendez, Mirta Rosa, Luna Martínez, Las Esposas del Chamamé, Yoli Chazarreta, Patricia Gauna, y muchas otras artistas. Este registro destaca no solo la diversidad de voces femeninas en el litoral argentino, sino también subraya la importancia innegable de las mujeres como protagonistas en la narrativa musical de la región. Las músicas del chamamé han demostrado una resiliencia excepcional, desafiando estereotipos de género y siendo un ejemplo para la equidad de género en la industria musical.

A mediados de 1970, Gladys, Sandra, Marta, Daniela y María Gómez, oriundas de Caá Catí, Corrientes comienzan su conjunto “Las Hermanas Gómez”. En 1980, Catalino Domínguez Guerra trabajaba con el dúo “Las Voces del Iberá” en Buenos Aires y quería formar un conjunto de Chamamé sólo de mujeres. Juan Ángel Montiel lo pone en contacto con la familia Gómez y tras un intercambios de correspondencia, donde acuerdan los temas a tocar y el tono de los mismos; el 16 de julio de 1981 se juntan a ensayar por primera vez en Itatí, Corrientes. En agosto del mismo año las hermanas Gómez viajan a Buenos Aires. Realizan presentaciones en vivo y graban su primer disco bajo el nombre “Las Guainas del Chamamé” .

Históricos y tradicionales

En esta sección se aprecian portadas de discos con un gran valor histórico, abarcando incluso la década del 50. Es necesario remontarse a esos años para valorar el aporte pionero de estas producciones discográficas, que marcaron a fuego la historia del Chamamé e influyeron de manera decisiva en todo lo que vendría posteriormente. Aquí, se pueden admirar las portadas de compilaciones históricas y de artistas fundamentales como Samuel Aguayo, reconocido por grabar el primer Chamamé, Mario Tránsito Cocomarola, Lucas Braulio Areco, Ernesto Montiel, Damasio Esquivel, Tarragó Ros, Ramona Galarza, entre muchos otros.

La estética de los chamameceros, generalmente arraigada en la identidad regional y el paisaje, experimentó una evolución gradual en las producciones visuales, impulsada por la expansión del chamamé a las ciudades. Se fusionaron detalles que evocan la sofisticación urbana, inspirados en la elegancia del tango y el encanto de las películas de época. Esta transformación añade una capa nostálgica, meticulosamente capturada y resaltada por los diseñadores de la época, quienes lograron adaptar la estética, no solo conservando la esencia, sino también expandiéndola.

Hibridaciones y exentricidades

En los años 70, el chamamé experimentó el auge de la cultura visual psicodélica, marcada por una diversificación en los estilos de diseño. Se incorporaron elementos retro-futuristas, colores vibrantes, formas caricaturescas y personajes animados. En este contexto, destaca Margarito Tereré, un yacaré (caimán) correntino vestido como gaucho, disfrutando de su tereré y adornando su sombrero con una margarita. Margarito se convirtió en un fenómeno exitoso en la televisión, el teatro y el cine, permitiendo acercar la riqueza cultural del litoral a los niños.

Posteriormente, las claras influencias visuales del pop, soul, disco, funk, rock y electrónica convergieron en los discos chamameceros, dando lugar a una estética inusual y ecléctica. La experimentación se reflejó tanto en la música como en la imagen, explorando peinados, vestimenta y escenarios singulares como parte de la obra, añadiendo una dimensión distintiva y una extrañeza experimental al mundo del chamamé.

Los Caú, un capítulo aparte

“A principios de 1980, en pleno auge del rock y el glam, el productor discográfico Américo Cardinale trabajaba en bailantas familiares en el conurbano (Buenos Aires) donde se tocaba Chamamé, folclore y ritmos tropicales. Este ámbito le dio la idea de mezclar el Chamamé y la Cumbia, y que fuera interpretado por músicos provenientes del rock.

Así, convoca a Victor Morel, quien trabajaba de hacer covers de Deep Purple y de Creedence. Morel se encargó de la producción musical reversionando clásicos del Chamamé con ritmos e instrumentos de la música tropical.

Querían darle una fuerte identidad visual al grupo, al que llamaron Los Caú (Ebrio en Guaraní), e inspirados en el grupo KISS, decidieron maquillarse dando lugar a una forma de hacer música bailable que se denominó Chamamé Tropical.”

En 1985, Los Caú lograron destacarse con la portada de un disco que los muestra en pleno terreno en obras, haciendo referencia a la icónica frase “Hacer un Obras, Llenar un Obras”. El estadio del club Obras Sanitarias representa el objetivo y la meca para muchos músicos, siendo el escenario de los recitales más significativos de la Argentina. “No habíamos tocado en Obras, ni ahí, pero Kuky estaba reformando su casa. Vénganse que nos comemos un asado y hacemos las fotos”, dijo Morel.

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Otra anécdota ocurrió en 1997 en el programa “El Rayo” cuando presentaron un póster de Los Caú a los miembros de KISS y les hicieron escuchar su música. La reacción fue increíble: Gene Simmons y los demás integrantes no podían creerlo, disfrutaron bailando y riendo al ritmo del tema «Salten todos».

Valga el reconocimiento también para todxs lxs artistas, diseñadorxs, fotógrafxs, vestuaristas, imprenterxs y productorxs olvidadxs, muchas veces ni siquiera mencionadxs y demás, que de alguna u otra forma participaron en estas notables producciones gráficas.

Agradecemos la generosidad y disposición de Valeria para llevar a cabo este artículo. Te invitamos a seguirla  y mantenerte al tanto de sus producciones.

Instagram: @valeria_anz
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